quien tenga oídos para oír, oiga.
Que ha sido de él?
el me dijo que lo mató
Y aun no estoy segura de tal cosa.
El teléfono se enmudeció
y mis sueños se congelaron una noche encharcados
con la fría lluvia que caía generosa
desde entonces camino sin ver a mis lados.. a quien podría hallar?
El aseguró haberle matado y eso explica la ausencia del amarillo
pero un ave de mal agüero ha dicho que a como vienen las cosas, se van,
que los ciclos se abren y se cierran.
Llegó en abril pero no para quedarse cual ave remontó vuelo.
Desconozco su paradero y sus razones.
No había motivos para quedarse, supongo, no existía un calor lo suficientemente “caliente”
unas manos llenas de caricias de su color favorito o quizá mis palabras,
estas palabras estaban lejos de ser igual de buenas a las que él añoraba.
Solo un ave de paso, sin hacer nido.
Yo, arañando por dentro y mordiendo mi lengua
entre mezcla de llanto y rabieta no consigo contener la avalancha.
Y han pasado meses ya... pero la historia no cambia
la página no da vuelta
yo comienzo a pensar que quizás esté muerto, por que es mejor así
por que puedo seguir soñando y encontrarlo en la estación
tan radiante como siempre, aceptar su mano fría y sudorosa.
Quizá es mejor así: Un muerto que no espera a nadie.
Quizá quien ha muerto soy yo y miro a través del cristal
a este, el planeta de los vivos, con sus vicios y excesos,
con sus ideologías de amor baratas y sobrevaloradas,
con mi historia, la historia de nadie, también la mía no la de él,
suspendida en el aire,
en el tiempo
sin ser mirada
sin ser leída
sin ser vivida.