jueves, 5 de agosto de 2010

Julio 2010

quien tenga oídos para oír, oiga.

Que ha sido de él?

el me dijo que lo mató

Y aun no estoy segura de tal cosa.

El teléfono se enmudeció

y mis sueños se congelaron una noche encharcados

con la fría lluvia que caía generosa

desde entonces camino sin ver a mis lados.. a quien podría hallar?

El aseguró haberle matado y eso explica la ausencia del amarillo

pero un ave de mal agüero ha dicho que a como vienen las cosas, se van,

que los ciclos se abren y se cierran.

Llegó en abril pero no para quedarse cual ave remontó vuelo.

Desconozco su paradero y sus razones.

No había motivos para quedarse, supongo, no existía un calor lo suficientemente “caliente”

unas manos llenas de caricias de su color favorito o quizá mis palabras,

estas palabras estaban lejos de ser igual de buenas a las que él añoraba.

Solo un ave de paso, sin hacer nido.

Yo, arañando por dentro y mordiendo mi lengua

entre mezcla de llanto y rabieta no consigo contener la avalancha.

Y han pasado meses ya... pero la historia no cambia

la página no da vuelta

yo comienzo a pensar que quizás esté muerto, por que es mejor así

por que puedo seguir soñando y encontrarlo en la estación

tan radiante como siempre, aceptar su mano fría y sudorosa.

Quizá es mejor así: Un muerto que no espera a nadie.

Quizá quien ha muerto soy yo y miro a través del cristal

a este, el planeta de los vivos, con sus vicios y excesos,

con sus ideologías de amor baratas y sobrevaloradas,

con mi historia, la historia de nadie, también la mía no la de él,

suspendida en el aire,

en el tiempo

sin ser mirada

sin ser leída

sin ser vivida.

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